Es cuestión de creérnosla. Otra mujer llega al máximo cargo de un país. Dilma Rousseff, quien ha sido elegida como Presidentæ de Brasil se ha unido al “Club”, como lo destacó la también Presidentæ de Argentina, Cristina Fernández.
– Momento, paréntesis, pausa, alpin-pause –
Sí, ya sé. Aunque se me vengan encima los puristas de la lengua española y los feministas arraigados estoy usando el término Presidentæ para referirme a esa magnánima figura. La razón, muy sencilla. Quiero ahorrarme otra discusión entre puristas y feministas; los primeros dirían que en nuestra lengua existen los participios activos y por lo tanto lo correcto es referirse al masculino para abarcar ambos sexos; los segundos, no me perdonarían que usara Presidente, y me tratarían de machista, retrógrada y hasta ignorante. Tampoco voy a utilizar President@, como alguien lo sugirió alguna vez, porque nosotros no tenemos presidentos, aunque a veces hay algunos que son presilentos y también presidentontos.
Bien, situación aclarada; sigamos con lo que nos convoca hoy.
Aunque soy comunicador, debo confesar que me tienen harto los medios cuando destacan la noticia de que hoy tenemos a otra mujer más en el poder. Por supuesto que es algo para destacar, pero mientras sigamos etiquetando y enumerando el número de mujeres que llegan a ocupar un cargo como el de Jefe de Estado, Presidente del Congreso, Juez (por Dios, nada de Jueza) o similares de alto rango, jamás podremos hablar realmente de equidad. Es una ganancia para la democracia, cuando hace menos de 60 años las mujeres solo podían aspirar a leer y escribir. Pero, mientras los medios y algunos excelentísimos políticos (sobretodo lo primero) se empeñen en denominarlas Presidentas, ¿estamos hablando de equidad de género?
Entonces, ya dejemos de asombrarnos cuando una mujer llegue a una posición como las mencionadas anteriormente, y olvidémonos de ese cuento de “Presidenta”, así ellas mismas se engarguen de promoverlo. Es mejor enfocarse en sus propuestas y su manera de gobernar, que es lo que realmente importa. Aunque vivamos en un mundo machista (a veces por culpa de algunos seudofeministas), es bueno empezar a salir de ese cascarón.
Sí, son mujeres; sí, son PresidentES, algunas formidables (Michelle Bachelet, por ejemplo; con sus defectos y todo, pero le fue bien) y otras incapaces (por respeto, en este momento, no voy a referirme a nadie; en serio) en su oficio; pero no tenemos porqué catalogarlas como si fueran de otra especie. En cambio hay otros que también son, algunos honestos (de que los hay, los hay) y otros pésimos gobernantes, y que además sí hacen parte de algunas especies: lagartos, simios, ratas, perritos falderos, Nules, Morenos Rojas, etc.
Hay unos que incluso tienen su propio filo, como los Pincher, cuyo nombre científico es Ratarepartealosricos lagartus; ojo, no confundirlo con su tío abuelo el que tiene tres huevos. ¡Qué increíble y fascinante es la fauna!. Y por supuesto, como olvidar al Lagartus Electus (Lo que debe saber acerca del Lagartus Electus.), emperador en el Reino Animal, quien con su sonrisa escalofriante quiere tener a todos contentos. Asimismo, tenemos la extraña familia de la Teodora, una indescifrable especie que se camufla entre las más indescriptibles llamaradas de sangre. Y qué decir de la especie Voltearepus homogeneus, cuya principal clase es la Naomi Rojiazulverdeamarelablanquinegra; no podemos dejarla fuera de esta lista, es un animalillo muy simpático y gracioso. “Cantemos el himno de Antioquia: Oh, Gloria Inmarcesible…”. ¡Qué orgulloso me siento de nuestra fauna!
Que pena, me desvié un poco del tema. Pero es que cuando se aprecia la fauna política (espero que Vicky no vaya a bautizar alguna sección así – “La Fauna Política seguirá…” – uy, qué asco), hasta le dan ganas a uno de tener mascota.
Mundo Contractual 